ADMITA QUE ES CULPABLE

ADMITA QUE ES CULPABLE.

JEREMÍAS 16:9 … esto dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales… ante sus propios ojos pondré fin a las risas y a las canciones alegres en esta tierra. Ya no se oirán las voces felices de los novios ni de las novias. 10 Cuando le digas todas estas cosas a la gente, ellos te preguntarán: “¿Por qué el SEÑOR decretó cosas tan terribles contra nosotros? ¿Qué hemos hecho para merecer semejante trato? ¿Cuál es nuestro pecado contra el SEÑOR nuestro Dios?”. 11 Entonces les dirás… “Es porque sus antepasados me fueron infieles y rindieron culto a otros dioses y los sirvieron. Me abandonaron y no obedecieron mi palabra. 12 ¡Y ustedes son peores que sus antepasados! Se pusieron tercos y siguen sus propios malos deseos y rehúsan escucharme. NTV.

Desde que el pecado se introdujo en este mundo, ninguna persona ha tenido la capacidad o la fortaleza necesaria para resistir su dominio, tan fuerte es su poder, que por eso, todos se han rendido a su voluntad, sin ninguna clase de resistencia. El pecado, tiene el poder para hacer perder la noción de lo que es correcto e incorrecto, por eso, cuando las personas están bajo su dominio, no sienten ninguna clase de remordimiento al momento de hacer maldades, más bien, se sienten cómodos y a gusto al poder complacer los deseos más perversos de su naturaleza carnal. En el pasado, el pecado se había apoderado de la mente y el corazón de todo el pueblo judío, por eso, habían perdido toda la noción de lo que era correcto e incorrecto, razón por la cual, se sentían a gusto y cómodos en medio de tanta maldad. Se habían acostumbrado tanto al pecado, que no tenían la capacidad para discernir de lo que estaba bien de lo que estaba mal. Bajo la influencia del pecado, la mente del pueblo judío estaba tan perturbado, tanto que llegaron a pensar que las prácticas repudiadas por el Señor estaban bien practicarlas.

El Señor al ver que su pueblo, se sentía tan cómodo al vivir en medio del pecado y sin ninguna clase de remordimiento, envió una profecía por medio del profeta Jeremías. El Señor les dijo: Que ante sus propios ojos, pondría fin a sus risas y a sus canciones alegres en la tierra. Que ya no escucharían las voces felices de los novios ni de las novias. En pocas palabras: El Señor le dijo a su pueblo, que iba a acabar con toda la felicidad del reino. El señor estaba dispuesto a quitarles la alegría de vivir en medio del pecado. Estaba dispuesto a cambiar sus risas y sus alegres canciones, por dolor, muerte, llanto y amargura, todo esto porque ellos voluntariamente rehusaron escuchar las advertencias que fueron dadas por los profetas.

Pero el Señor estaba seguro de que ante esta profecía, el pueblo no iba a recapacitar de como había estado viviendo, que más bien, ellos iban a reprochar al profeta, aduciendo que no habían cometido ninguna falta que merezca tan terrible castigo de parte del Señor. Pero el Señor se anticipó a los reproches del pueblo judío y su negativa a aceptar que eran merecedores del castigo. El Señor instruyó al profeta para que respondiera a sus compatriotas, y les dijera: que el castigo que estaba por llegar sobre la nación, era debido a que sus antepasados le fueron infieles, rindiendo cultos a otros dioses, sirviéndoles en sus templos. Y no solo eso, sino que también, Lo abandonaron, y desobedecieron las leyes que les había entregado por medio de Moisés. Además, ¡le dijo que les dijera a ellos!, que no eran mejores que sus padres, más bien, que eran peores, porque eran tercos y siguen sus propios malos deseos y rehúsan escucharle.

Queridos hermanos. En la actualidad, muchas personas se preguntan, ¿Por qué Dios es malo con nosotros? Para esta pregunta Dios tiene su respuesta, y esta respuesta le dio al profeta Jeremías para que les conteste al pueblo de Israel, y esa misma respuesta de Dios es útil en la actualidad para contestar a las personas que se preguntan; ¿Por qué hay tanta violencia? ¿Por qué hay tantas guerras? ¿Por qué hay tantas enfermedades? La respuesta de Dios a estas preguntas es esta: Todo esto sucede como consecuencia de que toda la humanidad se desvió de Mis caminos, y prefieren caminar bajo el dominio del pecado, complaciendo la voluntad de su carne, transgrediendo de esa manera aún más Mi palabra. Hermanos. Es fácil echarle la culpa a Dios por las desgracias que se suscitan en este mundo, o por las aflicciones que llegan a nuestras vidas. Pero si nos detenemos a pensar, nada de lo malo que ocurre en este mundo es culpa de Dios, es culpa de la humanidad y de nosotros mismos, porque no resistimos a las tentaciones, ni al pecado, y menos aún vivimos bajo su voluntad, cumpliendo y obedeciendo su bendita palabra. Ante alguna aflicción que se nos sobrevenga, ya no reprochemos a Dios, más bien analicemos si somos culpables de lo que nos pasa. Si somos culpables, humillémonos en su presencia y pidámosle perdón por haberle fallado.