NO REGRESE A SU VIEJA NATURALEZA

NO REGRESE A SU VIEJA NATURALEZA.

JEREMÍAS 2:11 ¿Alguna vez una nación ha cambiado sus dioses por otros, aun cuando no son dioses en absoluto? ¡Sin embargo, mi pueblo ha cambiado a su glorioso Dios por ídolos inútiles! 17 Tú mismo te has buscado esta desgracia al rebelarte contra el SEÑOR tu Dios, ¡aun cuando él te guiaba por el camino! 19 Tu perversidad traerá su propio castigo. El haberte alejado de mí te avergonzará. Verás qué malo y amargo es abandonar al SEÑOR tu Dios y no temerle…_* 37 *_Desesperado, serás llevado al destierro con las manos en la cabeza… NTV.

En el pasado, los pueblos y naciones de Mesopotamia, eran estrictos y fieles en su adoración religiosa. Ningún pueblo que había aceptado a un dios como el dios de su nación, lo cambiaba después de que haya pasado un cierto tiempo, sino que permanecía fiel en su adoración a ese dios que habían elegido. Podían pasar cientos y miles de años, pero por nada del mundo, estas culturas antiguas estaban dispuestas a cambiar a sus dioses y reemplazarlos por otros dioses, porque los dioses eran patrimonio del pasado, su gloria. Ellos, incluso estaban dispuestos a entregar la vida de sus primogénitos, o sus propias vidas por ellos. Esta adoración férrea que presentaban los pueblos paganos antiguos, es poco común observarlas en las culturas actuales. En el presente, las personas con total facilidad cambian su fe religiosa, con facilidad remplazan al objeto o sujeto de su devoción. La fidelidad no es algo que esté presente en el corazón y la mente de ellas.

En el corazón del hombre, la infidelidad no es algo nuevo, sino que es algo antiguo, y siempre ha estado presente en el interior de las personas. En el pasado, la infidelidad se manifestó en el corazón del pueblo hebreo. Ellos fueron infieles al Dios que les había liberado de la esclavitud en Egipto, al Dios que les había dado un territorio para que se establecieran como nación. Al Dios que había batallado en favor de ellos una y otra vez, al Dios que les había llenado de bendiciones. El pueblo hebreo al momento de rendirle adoración al único Dios verdadero, se olvidó de todo lo que Él había hecho en favor de la nación. No pudo imitar la fidelidad que mostraban los pueblos paganos a sus dioses.

El pueblo hebreo, con total facilidad había cambiado la gloria de Yahvé, y reemplazado por la gloria de los dioses de los pueblos paganos. Dioses hechos por manos humanas, que nada podían hacer en favor de ellos. Dioses que de ninguna manera podían hacer las cosas que había hecho Yahvé a lo largo de la historia de la nación hebrea. Ningún pueblo pagano de esa época, podía presentar una historia semejante ni una divinidad tan excelsa. Yahvé había sido realmente la gloria de su pueblo con su majestad y esplendor. Ante esta infidelidad de su pueblo, el profeta Jeremías, dio a conocer a sus compatriotas las consecuencias terribles que les sobrevenía. El profeta les dijo que sus perversidades traerían su propio castigo. Que como castigo por haber reemplazado la adoración al único Dios verdadero, con la adoración a otros dioses, serían llevados al destierro con las manos en la cabeza. El pueblo en carne propia sentiría lo malo y amargo que es abandonar al SEÑOR Su Dios y no temerle.

Queridos hermanos. En el presente, muchas personas que aceptan a Cristo Jesús, no toman enserio estas palabras de advertencias dadas por el profeta Jeremías, piensan que Dios no va cumplir estas advertencias, por eso, con total facilidad, abandonan la fe en Cristo Jesús, y lo reemplazan con la adoración a otros dioses hechos por manos humanas. Hermanos, Regresar a la vieja naturaleza después de haber conocido al Señor, traerá fatales consecuencias para nuestras vidas. Nuestra maldad será castigada con más rigor que a los hombres que nunca conocieron los caminos de Dios. Por eso, pensemos muy bien antes de volver a nuestra naturaleza pecaminosa. Pensemos muy bien antes de abandonar a nuestro Señor, quien nos liberó de las cadenas del pecado que nos conducían a la muerte eterna, y en su lugar nos dio libertad para entrar en su presencia. En su palabra, Dios afirma que la vida de los que le abandonan será amarga. Tengamos presente en nuestro corazón que jugar con el Señor no será nada agradable para nosotros. Si hemos decidido entregar nuestras vidas a Cristo, por nada del mundo cambiemos esta decisión. Sigamos firmes en su camino venciendo todos los obstáculos que se nos puedan presentar. Sigamos adelante al encuentro con el Señor a una eternidad de paz a su lado.