LA INFECCIÓN LETAL
LA INFECCIÓN LETAL.
ISAÍAS 64:5 Tú recibes a quienes hacen el bien con gusto; a quienes siguen caminos de justicia. Pero has estado muy enojado con nosotros, porque no somos justos. Pecamos constantemente; ¿cómo es posible que personas como nosotros se salven? 6 Estamos todos infectados por el pecado y somos impuros. Cuando mostramos nuestros actos de justicia, no son más que trapos sucios. Como las hojas del otoño, nos marchitamos y caemos, y nuestros pecados nos arrasan como el viento. NTV.
Los padres terrenales se llenan de alegría y felicidad cuando sus hijos les muestran respeto, por medio de la obediencia a cada una de sus instrucciones. pero cuando los hijos se rebelan, los padres muestran su descontento y su ira a través de la disciplina. ¡Ante la rebeldía de sus hijos! Los padres no los disciplinan por que sean malos o porque los aborrecen, más bien, los disciplinan por que los aman y desean que sus hijos sean un ejemplo a seguir por la sociedad que los rodea. Al igual que un padre terrenal, Dios no se complace con sus hijos cuando hacen caso omiso a las instrucciones dadas en su bendita palabra. Por eso los diciplina y los corrige a tiempo para que no se pierdan definitivamente del camino de la salvación y la vida eterna que han encontrado. Dios como un padre amoroso, desea que todos los hombres vuelvan a su camino y que nadie vaya a la condenación eterna, lejos de su presencia. Pero al igual que un padre terrenal, Dios también se regocija cuando sus hijos andan en conformidad a su voluntad, guardando y practicando cada una de sus instrucciones.
El profeta Isaías era consciente de que Dios se regocijaba cuando sus hijos caminaban en completa justicia, practicando cada una de sus instrucciones, pero que también se enojaba cuando ellos actuaban injustamente, quebrantando sus instrucciones. Ante esta realidad, Isaías sabía que Dios estaba enojado en gran manera con su pueblo elegido, porque ellos no caminaban en justicia, y en su lugar, caminaban por las sendas de la injusticia, complaciendo a sus deseos más perversos de sus corazones. El profeta reconoció algo que muy pocas personas son capaces de reconocer, Isaías reconoció que toda su nación era pecadora ante los ojos de Dios, y no era posible que ellos obtengan la salvación. Un pecador no es digno de recibir algún favor de Dios y menos la salvación de su alma, más bien merece ser condenado por haberse revelado contra su Creador.
Además, el profeta declara ante su Creador, que todos los habitantes de su nación están infectados por el pecado y que nadie puede ser hallado puro como para poder presentarse delante de Dios y ser merecedores de su favor. Las palabras de Isaías son ciertas, el pecado es una infección que ha infectado a toda la población mundial. Nadie está libre de esta infección, aunque muchos puedan afirmar lo contrario. Desde el momento de su concepción, el ser humano ya está infectado con el pecado, por eso desde que ya tiene conciencia, tiene la predisposición para hacer todo lo malo, siguiendo a los impulsos de su naturaleza pecaminosa. No hay poder humano que pueda resistirse a la tentación del pecado, pues él fácilmente arrastra al hombre como el viento arrastra las hojas marchitas que caen en otoño. El profeta también afirmó que ante esa condición impura, que ninguna de sus acciones por más justas que parezcan no lo serán jamás, más bien serán como trapos sucios de inmundicia que no le agradan para nada a un Dios santo. En contraste a las afirmaciones del profeta, muchas personas piensan que pueden agradar a Dios con sus filantropías en favor de las personas más necesitadas, pero esto no es así, las acciones por más buenas que parezcan, no cuentan ante los ojos de Dios, si primero no han sido regenerados por medio de la conversión en su fe en Cristo Jesús.
Queridos Amigos. La infección del pecado es una realidad que afecta a todas las personas del mundo. Ninguna persona puede afirmar que está libre de esta infección letal, pues el que tenga esa osadía, solo estaría afirmando su condición pecadora. El hombre en sus fuerzas, no pudo, no puede, ni jamás podrá contrarrestar el poder letal de esta infección, por eso, Dios mismo proveyó el antídoto perfecto para contrarrestar los efectos de esta infección. El antídoto fue la bendita sangre de Cristo Jesús derramada en el madero. Gracias a este antídoto, la humanidad puede alcanzar la salvación y la vida eterna.
Amigo. Si usted piensa que no está infectado por el pecado, está en un error terrible, pues todos están infectados y están bajo su poder, caminando derecho a la condenación eterna. Pero la buena noticia es que hay un antídoto totalmente gratuito que está disponible en este momento. Reciba este antídoto hoy mismo, acepte el sacrificio que Cristo realizó por amor a usted en la Cruz del calvario, y libérese de toda condenación futura.
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