EL PECADO SEPARA AL HOMBRE DE DIOS
EL PECADO SEPARA AL HOMBRE DE DIOS.
ISAÍAS 59:1 ¡Escuchen! El brazo del SEÑOR no es demasiado débil para no salvarlos, ni su oído demasiado sordo para no oír su clamor. 2 Son sus pecados los que los han separado de Dios. A causa de esos pecados, él se alejó y ya no los escuchará. 12 Pues nuestros pecados se han acumulado ante Dios y testifican en contra de nosotros. Así es, sabemos muy bien lo pecadores que somos. 13 Sabemos que nos hemos rebelado contra el SEÑOR y también lo hemos negado; le hemos dado la espalda a nuestro Dios. Sabemos que hemos sido injustos y opresores, preparando con cuidado nuestras mentiras engañosas. NTV.
Comúnmente cuando las personas necesitan algo de alguien, casi siempre envían una solicitud, pidiendo su apoyo en ese asunto en particular. Después de un cierto tiempo, al no tener respuesta a la solicitud enviada, las personas suelen pensar que la solicitud que hicieron, fue negada, o, que la persona o institución a las que se dirigió la solicitud, no tienen el poder para brindar el apoyo deseado. Ante estos hechos particulares, las personas no se detienen a pensar que tal vez, la solicitud que enviaron tuvo errores, o estuvo mal dirigido y que por eso no recibieron la respuesta anhelada. Algo similar llega a ocurrir entre las personas que dicen creer en la existencia de un ser Divino. Ellos comúnmente piden a Dios, que de una vez y por todas, acabe con la violencia, las enfermedades, las desigualdades, los desastres naturales y todas las cosas malas existentes en el mundo. Claman para que Dios transforme este mundo en un paraíso donde reina la dicha y la felicidad.
A pesar de que el eterno Creador tiene todo el poder para dar respuesta a cada una de las demandas del hombre, no lo hace, por el simple hecho de que la humanidad no tiene una adecuada relación con Él. El hombre debido a su pecado, ha construido una barrera gigantesca entre Dios y él, razón por la cual no recibe lo que pide, ni lo recibirá hasta el momento de que esa barrera sea destruida. Esto lo Hizo saber el profeta Isaías a sus compatriotas, ya que ellos en el momento que estaban atravesando por tribulaciones, dudaban del poder de Dios para ayudarles, pero el profeta les hizo ver que Dios, tiene el poder más que suficiente para liberarles de las tribulaciones, pero que no lo hacía debido a las rebeliones y pecados que habían acumulado a lo largo de sus vidas.
El pueblo hebreo era un tesoro especial para Dios, pero a pesar de eso, dejó de escuchar el clamor y sus oraciones, no porque los había dejado de amar, sino porque ellos lo habían abandonado por seguir las prácticas pecaminosas, y no solo eso, el pueblo había dejado de cumplir y obedecer; las leyes, normas y decretos que les había dado por medio de Moisés en el monte Sinaí. Ellos habían dejado de tener una sincera comunión con su Creador. Los pecados acumulados testificaban en su contra y hacían imposible que Dios les ayudara como lo había hecho en el pasado.
El pueblo sabía las faltas que habían cometido, tenían la certeza de que se habían rebelado contra el SEÑOR, y no solo eso, sino que también lo habían negado dándole la espalda, tal como lo enfatiza el profeta Isaías. Nadie en el mundo puede justificarse diciendo que no sabía lo que hacía, pues todos los hombres son conscientes de todo lo que hacen, son conscientes cuando infringen las normas de Dios y cometen pecados. No hay justificación para el hombre para tratar de escaparse de la justicia divina. En el final de los tiempos, todos los hombres tendrán que recibir lo que se merecen por haber acumulado sus pecados y no haber mostrado arrepentimiento sincero delante de Dios.
Queridos hermanos. Al igual que las personas inconversas, cuando no vemos las respuestas de Dios a nuestras oraciones, fácilmente dudamos de Su poder, pero no nos detenemos a pensar que talvez nosotros seamos los culpables de que nuestras oraciones no sean respondidas. El Señor tiene poder más que suficiente para cumplir con cualquier demanda que nosotros podamos realizar, pero no lo cumplirá mientras exista la barrera del pecado. Hermanos. Los pecados no confesados, la falta de perdón al prójimo y la desobediencia a los mandamientos de Dios, forman una gigantesca barrera por las cuales Dios no da respuesta a nuestras oraciones. ¿Si anhelamos obtener la respuesta de Dios a nuestras oraciones? Debemos derribar la barrera mediante la confesión de nuestros pecados. Debemos presentarnos delante de Dios con un corazón humillado y quebrantado, pidiéndole que borre todos nuestros pecados que nos separan de Él.
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