EN SILENCIO A LA CRUZ.
EN SILENCIO A LA CRUZ.
ISAÍAS 53:7 Fue oprimido y tratado con crueldad, sin embargo no dijo ni una sola palabra. Como cordero fue llevado al matadero. Y como oveja en silencio ante sus trasquiladores, no abrió su boca. 8 Al ser condenado injustamente, se lo llevaron. A nadie le importó que muriera sin descendientes; ni que le quitaran la vida a mitad de camino. Pero lo hirieron de muerte por la rebelión de mi pueblo. 9 Él no había hecho nada malo, y jamás había engañado a nadie. Pero fue enterrado como un criminal; fue puesto en la tumba de un hombre rico. 10 Formaba parte del buen plan del SEÑOR aplastarlo y causarle dolor. Sin embargo, cuando su vida sea entregada en ofrenda por el pecado, tendrá muchos descendientes… NTV.
En el presente, ningún hombre voluntariamente desearía asumir la culpabilidad de otro hombre, pues es consciente de que en el momento que asuma la culpa de otro, él deberá recibir el castigo de esa culpa. Por más que una persona exprese que tiene un profundo amor por otra, no estaría dispuesto a recibir el castigo por ella. Solo aquel que exprese un verdadero amor, estaría en la capacidad de soportar el sufrimiento de otra, soportar el tremendo castigo, solo por el deseo de que la persona a quien ama no tenga que pasar el sufrimiento merecido. Esta clase de amor es difícil que se exprese en el presente, pero en el pasado fue expresado perfectamente, ya que Cristo Jesús por amor, dispuso su vida para ser quebrantado. Siendo totalmente justo, voluntariamente asumió toda la culpabilidad de los pecados de la humanidad, recibiendo en su carne la total humillación y el profundo dolor de la justicia Divina.
Tiempo después de ser creado a la misma imagen de Dios, el hombre se apartó de su Creador y de sus preceptos. Él, empezó a vivir siguiendo sus propias leyes, siguiendo sus propios caminos, dejando definitivamente a Dios en el olvido. Al apartarse de Dios, empezó una rebelión, pues ya no vivió conforme a la voluntad de su Creador, por lo contrario, empezó a llevar una vida que Le desagradaba, pues ese estilo de vida que empezó a llevar quebrantaba todos los preceptos dados por Dios, haciéndose culpable ante Él. La rebelión del hombre merecía un castigo severo, un castigo que pagara con creces el quebranto hecho contra las leyes divinas. ¡Ante la demanda de la justicia contra el hombre!, Dios por su profundo amor a la humanidad, proveería ese pago para que la justicia quedara satisfecha. Esta provisión, el eterno Creador la dio a conocer por medio del profeta Isaías, muchos siglos antes de que estos hechos se llegasen a cumplir.
Las profecías dadas por el profeta se cumplieron perfectamente en la vida terrenal de Cristo. En los últimos años de Su vida terrenal, Cristo Jesús fue oprimido y tratado con crueldad por sus detractores, sin embargo, no dijo ni una sola palabra para defenderse de esos ataques. Como cordero fue llevado al matadero, fue condenado a muerte y a muerte de Cruz, una condenación de más humillante para cualquier hombre. A nadie le importó que muriera sin descendientes; ni que le quitaran la vida injustamente porque Él no había hecho nada malo, y jamás había engañado a nadie, había llevado una vida perfecta consagrada a Dios y cumpliendo a cabalidad con las leyes terrenales. Pero fue enterrado como un criminal; fue puesto en la tumba de un hombre rico. Todo esto se cumplió perfectamente, pues formaba parte del buen plan del SEÑOR, pues alguien tenía que entregar su vida como ofrenda por el pecado de toda la humanidad y de esa manera satisfacer de una vez y por todas, la demanda de la justicia Divina.
Queridos hermanos. En el Antiguo Testamento, el pueblo ofrecía animales sin defectos como sacrificios por sus rebeliones, por sus pecados cometidos en contra de Dios. Estos animales eran sacrificados arbitrariamente. Pero nuestro amado Señor sin pecado alguno, se ofreció voluntariamente a sí mismo por nuestros pecados. Él no puso resistencia, fue maltratado, pero se sometió humildemente, y ni siquiera abrió la boca; Él era el Cordero ofrecido por los pecados de la humanidad, lo llevaron como cordero al matadero. El Mesías sufrió por nuestro bien, llevando nuestros pecados para hacernos aceptos a Dios. Hermanos. El amor de Cristo por nosotros fue inmenso, tanto que no le importó entregar Su propia vida y derramar hasta la última gota de Su sangre en el madero, con tal de que nosotros seamos perdonados de nuestros pecados y liberados de toda condenación. ¿Qué podemos decir ante tanto amor? ¿Cómo le responderemos a Él? Si somos conscientes de todo lo que ha hecho el Señor por nosotros, deberíamos dejar de pecar definitivamente y empezar a llevar una vida consagrada a Él, sirviéndole con alegría y de todo corazón.
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