LA FIDELIDAD DEL SEÑOR
LA FIDELIDAD DEL SEÑOR.
ISAÍAS 38:15 Pero ¿qué podía decir? Pues él mismo envió esta enfermedad. Ahora caminaré con humildad durante el resto de mis años a causa de esta angustia que he sentido. 16 SEÑOR, tu disciplina es buena, porque lleva a la vida y a la salud. ¡Tú restauras mi salud y me permites vivir! 17 Sí, esta angustia ha sido buena para mí, porque me has rescatado de la muerte y has perdonado todos mis pecados. 18 Pues los muertos no pueden alabarte; no pueden levantar la voz en alabanza. Los que bajan a la tumba ya no pueden esperar en tu fidelidad. 19 Sólo los vivos pueden alabarte como yo lo hago hoy… 20 … Cantaré sus alabanzas con instrumentos todos los días de mi vida en el templo del SEÑOR. NTV.
El eterno Creador tiene en sus manos la vida del hombre, ya que el hombre es una criatura creada por Su poder. Dios como Su creador, rige la vida del hombre en conformidad a sus propósitos divinos. En ocasiones, Dios envía enfermedades al hombre, sea como una prueba para que alcance la madurez espiritual, o como un castigo a causa de sus delitos y pecados. Dios no solo tiene el poder para enviar las enfermedades a la vida del hombre, sino que también, tiene el poder para sanar, sea cual fuere la causa de esa enfermedad. El hombre por su naturaleza pecaminosa, no comprende que su vida le pertenece a Dios, y menos aún que las enfermedades que llegan a sus vidas, son parte de un plan divino para enseñarles una lección importante. Por eso, cuando obtiene la sanidad de alguna enfermedad que le aquejaba, no glorifica a Dios por haberle quitado esa prueba o castigo.
El rey Ezequías padeció una terrible enfermedad, era tan grave esta enfermedad que la tumba era su destino próximo. Por eso, al saber la gravedad de su enfermedad y que le quedaban pocos días de vida, volvió su rostro hacia la pared y oró con fervor para que le sea prolongada la vida, y el Dios de David su padre escuchó la sinceridad de la oración del monarca que le añadió quince años más de vida. Ezequías una vez recuperado de la enfermedad, reconoció que su vida está en las manos de Dios, y que Él en su voluntad, envía las enfermedades a la vida de los hombres. Comprendiendo este hecho soberano de Dios, decidió caminar con humildad durante el resto de los años que le quedaban de vida, pues ya no quería pasar por la misma angustia que paso cuando cayó enfermo.
El monarca también reconoció que las enfermedades son una diciplina del Señor, y que cada una de las diciplinas eran buenas, porque llevaban a la vida y a la salud. Con esta nueva oportunidad de vida que había recibido, comprendió que su enfermedad había sido una consecuencia del pecado, y que la sanidad recibida fue porque el Señor había perdonado esos pecados. Con estos acontecimientos asombrosos el rey de Judá encontró fortaleza y vida en las palabras del Señor, y aprendió que Dios podía ejercer su poder divino en su vida sea para disciplinarlo o para perdonarlo. Ezequías se encontró en la gracia y en el amor de Dios.
Ezequías sabía que la muerte acortaba el tiempo de gracia y acababa con la oportunidad de trabajar para el Señor. Por eso, con la nueva oportunidad de vida que había recibido, quería dedicarla al Señor. Quería aprovechar al máximo esos años que se le concedieron, trabajando para el bienestar de todos los habitantes de su reino. Cantando alabanzas al santo de Israel con instrumentos todos los días de su vida en el templo de Jerusalén y compartiendo lo que Dios había hecho en su favor a las generaciones venideras. El monarca quiso que todas las generaciones venideras de Jerusalén y de todo el mundo se enteraran de la fidelidad del Señor, y de Su poder para sanar a los que confiadamente acuden a Él.
Queridos hermanos. Dios en conformidad a Su fidelidad y Su infinito amor por la humanidad, da nuevas oportunidades para que el hombre recapacite del estilo de vida que lleva. Cuando el hijo de Dios no está andando debidamente en sus caminos, le envía una enfermedad, y a través de esta enfermedad lo disciplina para que vuelva a sus caminos. Una vez que el creyente reconoce sus faltas y se arrepiente sinceramente, Dios perdona su rebeldía y sus pecados, le devuelve la sanidad tal como ocurrió con el monarca judío. Hermanos. Tal vez en este momento estén atravesando una enfermedad grave como la que atravesaba Ezequías. Al igual que el monarca, con un corazón humillado ore al Señor, para que le libere de esa enfermedad, y si la enfermedad es una consecuencia de su rebeldía, arrepiéntase y pídale perdón de todo corazón. El Señor en su fidelidad, perdonará sus pecados y le devolverá la sanidad que anhela.
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