NO SEDA A LAS AMENAZAS DEL MALIGNO

NO SEDA A LAS AMENAZAS DEL MALIGNO.

ISAÍAS 37:14 Después de recibir la carta de mano de los mensajeros y de leerla, Ezequías subió al templo del SEÑOR y desplegó la carta ante el SEÑOR. 15 En presencia del SEÑOR, el rey hizo la siguiente oración: 16 ¡Oh SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel, tú estás entronizado entre los poderosos querubines! Sólo tú eres el Dios de todos los reinos de la tierra. Sólo tú creaste los cielos y la tierra. 17 ¡Inclínate, oh SEÑOR, y escucha! ¡Abre tus ojos, oh SEÑOR, y mira! Escucha las palabras desafiantes de Senaquerib contra el Dios viviente. 20 Ahora, oh SEÑOR nuestro Dios, rescátanos de su poder; así todos los reinos de la tierra sabrán que sólo tú, oh SEÑOR, eres Dios. NTV.

La vida del cristiano no siempre es fácil, pues satanás constantemente busca diversas maneras para destrozar la fe en el hijo de Dios. La amenaza es una de las artimañas que el enemigo de Dios utiliza para atemorizar a los seguidores de Cristo. Estas amenazas se presentan en diversos lugares tales como: en los lugares de trabajo, en los centros educativos, en las reuniones sociales, etc. En los centros educativos es más común, pues los profesores que tienen tendencias ateístas, amenazan a los estudiantes con bajar el promedio de su rendimiento académico si no desisten de su fe en Cristo. En los lugares de trabajo, los amenazan con des-emplearlos si practican una religión distinta a la del empleador. Amenazas como estas y similares, emplea el maligno para atemorizar a los seguidores de Cristo. Muchos cristianos han cedido ante estas amenazas y han abandonado su fe en Cristo Jesús.

En el pasado, el monarca del imperio asirio bajo la influencia del maligno, trató de atemorizar a Ezequías rey de Judá, para que ordenara a sus tropas rendirse delante de él. Con este propósito, Senaquerib le hizo llegar una carta desprestigiando al eterno Creador, poniéndolo al mismo nivel de los otros dioses paganos de las naciones de Mesopotamia. Ezequías, después de recibir la carta de mano de los mensajeros del rey asirio y de leerla, subió al templo santo del SEÑOR y desplegó la carta ante el eterno Creador, y clamó por su ayuda. La oración que hizo el monarca, fue corta pero conmovedora, demostró la gran fe que tenía en el poder de su Creador para liberar a su pueblo de la asechanza de Senaquerib. El monarca judío pidió al Señor que salvara a Judá del rey de Asiria: para que todos los reinos de la tierra conozcan que Yahvé no es igual a los otros dioses de los reinos vecinos. Sino que era el único Dios verdadero con poder para destruir al ejército más poderoso y temido del mundo. El Único digno de ser honrado y glorificado eternamente.

El rey de Judá estaba ofendido por los repetidos insultos que había proferido Senaquerib contra su Creador, por eso, al desplegar la carta de amenaza ante Dios, quiso mostrarle la prueba fehaciente de que Senaquerib había desprestigiado el santo nombre de Dios y de la misma manera al pueblo que había rescatado de la esclavitud de Egipto. Además, quería que esta prueba sea considerada para que Yahvé interviniese con dureza contra los mofadores de su poder y grandeza. Porque Él era el juez justo que pagaba a cada uno conforme a lo que se merecían. Senaquerib, al mencionar en su carta de amenaza que ningún dios en el pasado había podido oponérsele, y que ahora tampoco el Dios de los hebreos se le opondría para que pueda destruir a Judá, el monarca asirio estaba desafiando directamente a Dios, razón por la cual el juicio de Dios debía ser eminente sobre Senaquerib y su ejército.

Queridos hermanos. El maligno puede generar un sinfín de amenazas en la vida de los hijos de Dios, pero el creyente, no debe tener miedo de esas amenazas al igual que el monarca judío. Ante cualquier amenaza, deben permanecer firmes en el camino de la fe, pues durante las amenazas de satanás, el cristiano nunca va a estar solo, pues Cristo Jesús prometió que estaría con sus siervos todos los días hasta el fin del mundo. Hermanos, si en este momento está experimentando alguna amenaza por parte del enemigo de Dios, acérquese confiadamente en oración al Señor, tal como lo hizo Ezequías. Ponga su causa en las manos del Señor, ya que Él es, el juez justo que paga a cada uno lo que se merece. Por más terrible que pueda parecer una amenaza, nunca dude del poder de Dios para liberarlo y rescatarlo de todos los peligros que asechan en este mundo.