EL FRUTO QUE EL SEÑOR DEMANDA

EL FRUTO QUE EL SEÑOR DEMANDA.

ISAÍAS 5:7 La nación de Israel es la viña del SEÑOR de los Ejércitos Celestiales. El pueblo de Judá es su agradable huerto. Él esperaba una cosecha de justicia, pero en cambio encontró opresión. Esperaba encontrar rectitud, pero en cambio oyó gritos de violencia. 13 Por lo tanto mi pueblo irá al destierro muy lejos porque no me conoce. La gente importante y los que reciben honra se morirán de hambre, y la gente común morirá de sed. 15 La humanidad será destruida y la gente derribada; hasta los arrogantes bajarán la mirada con humildad. NTV.

El eterno Creador, con profundo amor planificó la creación de este mundo. Su planificación fue minuciosa para que todo quedara perfecto. En Su mente diseñó paso a paso cada uno de las formas que iban a tener las diferentes especies de plantas y animales. Para dar forma al hombre, la corona de Su creación, se miró a sí mismo para que todo fuese perfecto. Todo lo planificó perfecto, nada en este mundo fue improvisado a última hora, o a último segundo. El eterno Creador desplegó todo su amor en la creación de este mundo. Dios al crear al hombre, esperaba que él, como su imagen y semejanza, reflejara el mismo amor que había derramado al crearlo. El Creador esperaba recibir el profundo amor del hombre y su obediencia a cada uno de sus mandatos. Pero el hombre no quiso, ni quiere expresar su amor por el Creador, peor aún rendir su obediencia total. Mas bien se rebela constantemente contra su Creador y quebranta todos sus mandamientos.

El Creador a pesar de que el hombre se rebeló contra Él, nuevamente le dio una nueva oportunidad a la humanidad para que lo ame y camine en sus caminos, con ese fin escogió a Israel para que sea su pueblo y sea el remanente de obediencia de entre todas las naciones del mundo. Dios como un buen labrador quien labra cuidadosamente su viñedo, después de escoger a Israel como su pueblo amado: lo cuidó, lo protegió y lo lleno de bendiciones esperando que fueran un ejemplo para todas las naciones y dieran frutos. La nación escogida por Dios debía dar fruto para llevar a cabo su obra, para defender la justicia. Israel había producido fruto, pero no el fruto que esperaba encontrar el Señor, en vez de justicia encontró opresión. En vez de encontrar rectitud oyó gritos de violencia en medio de su pueblo. Israel había dado el mismo fruto que había dado la humanidad en el pasado.

Israel por haberse pervertido al igual que las otras naciones vecinas que les rodeaba, tendría que ser juzgado por sus acciones. El Señor decretó su juicio. El pueblo escogido sería desechado al destierro muy lejos de su territorio, porque se habían rebelado contra su Creador. El pueblo no solo iba a ser desterrado de sus tierras, sino que las personas importantes y los que recibían honra morirían de hambre, y las personas comunes morirían de sed. La humanidad sería destruida y las personas derribadas; hasta los arrogantes bajarían la mirada con humildad. En el día de la ira del Señor, ni un habitante del pueblo hebreo estaría a salvo, todos serían juzgados por sus acciones. Durante el juicio divino, los héroes de la nación hebrea sufrirían la misma humillación que la persona común. Porque ellos también vivieron de acuerdo a sus propios valores y no según los de Dios, además, no habían producido el fruto que esperaba el Señor. Todos los hombres que no produzcan el fruto que el Señor espera, serán desechados, no importa, si son ricos, pobres, nobles, famosos, comunes, todos sufrirán el mismo destino.

Queridos hermanos. Dios creó al ser humano con mucho amor para que lo amase, para que lo obedeciese y lo respetase. Dios creó al hombre para que administre su creación con justicia, pero, en vez de dar frutos de justicia y equidad, lo que ha hecho es producir malestar social con opresiones injustas. El hombre no respetó ni quiere respetar las leyes de su Creador. El hombre quiere vivir su vida como bien le parece, sin Dios y sin ley. Hermanos. Dios, en la antigüedad, demostró su ira contra los pueblos que no obedecen sus mandatos, a pesar de esos ejemplos, los pueblos no quieren entender, no quieren dejar su vida de maldad, no quieren aceptar la vida que Dios promete a los que lo obedecen. El mundo libre y voluntariamente quiere ser castigado por su creador, por eso no escucha ni atiende a su palabra de advertencia. Dios, un día cumplirá su juicio sobre este mundo, tal como lo cumplió sobre el pueblo hebreo en el pasado. No seamos parte de este mundo insensato. Produzcamos el fruto que el Señor espera, practiquemos la justicia y la rectitud en todos los ámbitos de nuestras vidas.