SU ETERNIDAD, NO DEBE SER TRÁGICA
SU ETERNIDAD, NO DEBE SER TRÁGICA.
ECLESIASTÉS 9:2 … a todos les espera el mismo destino, sean justos o malvados, buenos o malos, religiosos o no religiosos, estén o no ceremonialmente puros. Las personas buenas reciben el mismo trato que los pecadores, y las personas que hacen promesas a Dios reciben el mismo trato que los que no las hacen. 3 ¡Parece tan trágico que todo el mundo bajo el sol tenga el mismo destino! Por eso la gente no presta más atención en ser buena… Sea como fuere, lo único que hay por delante es la muerte. NTV.
La muerte física del cuerpo, es el final de la travesía por este mundo para todas las personas. Para este suceso fatal y trágico, no importa si las personas en vida hicieron cosas malas o cosas buenas, nadie puede escaparse de esta realidad, debido a que la muerte es la consecuencia del ingreso del pecado a este mundo. Como todas las personas sin excepción descienden de Adán, el primer hombre que cometió pecado, el pecado pasó a toda su descendencia y de igual manera la muerte. El pecado si hizo parte de la vida del hombre, nadie puede escaparse de él, ni de sus consecuencias, ya que el pecado está impregnado en lo más profundo del ser del hombre, por eso la muerte está siempre al acecho del pecador.
El sabio Salomón en su investigación concluyó que: Una misma suerte Dios ha dispuesto para las diversas clases de hombres existentes en este mundo, no importa, si son justos o malvados, buenos o malos, religiosos o no religiosos, estén o no ceremonialmente puros, es decir, Dios en su providencia ha decidido el mismo trato para los que cumplen las prescripciones legales y para quienes las infringen; para los que juran y para los que aborrecen el juramento. Debido al intromisión del pecado en la vida del hombre, en su providencia general y su soberanía, Dios trata de la misma manera a toda la humanidad. Por eso indistintamente hace llover para los justos y los injustos; para unos y otros igualmente hace salir cada mañana el sol. Dios no puede individualizar su benevolencia o su ira, todos disfrutarán de sus bendiciones generales como de sus maldiciones, porque todos por igual están impregnados por el pecado y sus consecuencias.
La muerte física del cuerpo, es la maldición general decretada por Dios contra el pecado, por eso todos los hombres tienen que atravesar por ella indistintamente si son justos o malvados, buenos o malos, religiosos o no religiosos, estén o no ceremonialmente puros. Si la muerte está decretada para todos los hombres sean buenos o malos, ¿De qué sirve llevar una vida libre de pecado? O ¿De qué sirve hacer promesas a Dios?. Muchas personas se hacen preguntas como estas, y al no encontrar respuestas que les satisfagan, prefieren seguir en sus vidas de pecado. Prefieren aprovechar al máximo los días de vida que le quedan, disfrutando de todas las cosas que le ofrece este mundo.
La muerte es el final de la existencia del cuerpo físico del hombre, pero no es el final de la existencia del alma, El alma del hombre tras la muerte física de su cuerpo seguirá existiendo, ya que es eterna como su Creador. En esta vida terrenal todos los hombres tendrán la misma suerte, pero después de que partan de este mundo terrenal, cada uno recibirá lo que se merece. El alma es el que pagará las consecuencias de lo que el hombre hizo en vida. Si el hombre en vida fue justo, bueno, religioso, se apartó del pecado, hizo promesas a Dios y reconoció a Cristo Jesús como su Señor y Salvador, su alma recibirá la recompensa de la vida eterna junto a Dios. Pero si fue malvado, malo, no religioso, no se apartó del pecado, no hizo promesas a Dios, ni tampoco reconoció a Cristo Jesús como su Señor y Salvador, su alma recibirá el castigo eterno lejos de la presencia de Dios.
Queridos hermanos. Bajo la mirada de los inconversos, aparentemente llevar una vida conforme a la voluntad de Dios, no trae beneficios a sus vidas, ya que ven que todos sin excepción van a tener el mismo destino, la cual es la muerte. Los inconversos erróneamente ven a la muerte como el final de sus vidas, pero la realidad es que la muerte, es el inicio de la vida eterna. En esta vida eterna, los hombres recibirán las consecuencias de las cosas que hicieron en este mundo terrenal. Hermanos. Vale mucho llevar una vida conforme a la voluntad de Dios, ya que solo viviendo de esa manera, podremos disfrutar de la eternidad junto a nuestro amado Padre Celestial. Así es que, jamás desmayemos en llevar una vida justa, buena, religiosa, apartados del pecado, realizando promesas a Dios, obedeciendo y practicando cada una de las enseñanzas dadas por Cristo Jesús.
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