EL SEÑOR, ES JUEZ PROTECTOR
EL SEÑOR, ES JUEZ PROTECTOR.
SALMOS 140:1 Oh SEÑOR, rescátame de los malvados; protégeme de los que son violentos, 2 de quienes traman el mal en el corazón y causan problemas todo el día. 3 Su lengua pica como una serpiente; veneno de víbora gotea de sus labios. 4 Oh SEÑOR, líbrame de la mano de los perversos; protégeme de los violentos porque traman un complot en mi contra. 8 SEÑOR, no permitas que los malvados se salgan con la suya; no dejes que prosperen sus maquinaciones malignas porque se volverán orgullosos. NTV.
Ante las asechanzas y los constantes ataques por parte de los malvados, ningún agredido se queda con las manos cruzadas, más bien, buscan maneras de poner fin a esos ataques y toman acciones de represalias contra sus agresores, tomando así la justicia en sus propias manos. Todas las personas saben que la venganza no es buena, pero a pesar de eso, pasan por alto ese conocimiento y la aplican contra sus agresores, pagándoles casi siempre con la misma moneda. Tomar la justicia con mano propia, o vengarse uno mismo de su agresor, no es bien visto por el eterno Creador, ya que la venganza solo le pertenece a Él. Solo Dios es quien puede determinar juicio contra los malvados, porque Él es el único Juez justo para pagar a cada uno lo que se merece.
El salmista al encontrarse rodeado en una atmósfera de incomprensión y hostilidad por parte de personas desalmadas que no vacilaban en violentarlo hasta verlo ensangrentado, no tomo acción en contra de ellos, más bien acudió al eterno Creador para que Él derramara su justicia sobre sus enemigos. David extendió su ferviente oración al Señor pidiendo que le libere de la difamación de los malvados opresores. Los hombres que atormentaban al salmista eran malvados y violentos; sus palabras eran como el veneno mortal de la serpiente más peligrosa existente. Cada día maquinaban sus planes perversos para atacarlo como si estuviera en una guerra, usando trampas, redes y lazos para atrapar a su ansiada presa.
En los tiempos del salmista, los paganos constantemente tramaban ardientes planes contra los que seguían fielmente la ley divina. Por todos los medios buscaban exterminarlos y así exterminar también la adoración al único Dios verdadero. Esta trama o complot contra los adoradores de Dios, persistía en los tiempos de Jesús, y esto se manifestó cuando los líderes religiosos del pueblo judío, con sus lenguas venenosas, lanzaron calumnias perniciosas contra Jesucristo. Esta trama de complot, no se detuvo con la muerte de Cristo, sino que ha persistido durante el tiempo, y en la actualidad en algunos países del mundo persiste esta amenaza contra los adoradores del único Dios verdadero. Satanás a lo largo de la historia de la humanidad, a utilizado a los malvados como sus títeres para tratar de exterminar la adoración a Dios, sin ninguna clase de éxito. La adoración a Dios se ha mantenido vigente pese a los obstáculos implantados por el enemigo.
En su oración, el salmista pidió al Señor que le libere de la mano de los perversos; que le proteja de los violentos, que no permita que los malvados se salgan con la suya; y que no deje prosperar las maquinaciones malignas de sus enemigos, pues si lograban sus propósitos, ellos se volverían orgullosos. Cuando los malvados logran sus propósitos, se jactan y se enorgullecen, afianzan su creencia de que no existe un Dios que derrame justicia sobre la maldad. El salmista no quería que sus enemigos lograran sus propósitos por eso puso su entera confianza en el Señor para que detenga sus planes y derramara su justica sobre ellos.
Queridos hermanos, ante la hostilidad abrumadora de sus enemigos, el salmista acudió en oración al Señor para que detuviera toda maquinación perversa, y derramara su justicia perfecta sobre ellos. David puso en las manos del Señor el castigo que se merecían sus enemigos. Hermanos, ante cualquier ataque de personas perversas, no tomemos venganza con nuestras manos, más bien, al igual que el salmista dejemos todo en las manos del Señor. En tiempos de opresión, extendamos nuestro clamor al Señor, para que Él nos proteja de todo veneno mortal de los malvados y nos libere de todas sus asechanzas, porque el Señor es el único que nos puede liberar, y es Él juez justo que puede derramar el justo castigo sobre los malvados y opresores.
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