NECESITAMOS EL PERDÓN DE DIOS
SALMOS 79:5 Oh SEÑOR, ¿hasta cuándo seguirás enojado con nosotros? ¿Será para siempre? ¿Hasta cuándo arderá tu celo como el fuego? 8 ¡No nos hagas responsables por los pecados de nuestros antepasados! Que tu compasión satisfaga pronto nuestras necesidades, porque estamos al borde de la desesperación. 9 ¡Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación! Ayúdanos por la gloria de tu nombre; sálvanos y perdona nuestros pecados por la honra de tu nombre. NTV.
Asaf y otros fieles judíos que habían escapado de la masacre por parte de los babilonios, al ver su reino en cenizas, se quebrantaron y con rostro en tierra clamaron al eterno Creador, por ayuda y su pronto socorro. En medio del clamor, los fieles reconocieron que lo que le había pasado a su reino, era el poderoso juicio del eterno Creador contra la rebelión de sus habitantes. Obviamente la destrucción de Judá era una señal del enojo, era la ira celosa del Señor contra el pueblo que había redimido muchos años atrás. Al redimir a Israel, Dios esperaba que todo el pueblo y las generaciones venideras cumplieran a cabalidad el pacto que habían prometido, pero Israel no cumplió el pacto, más bien hicieron todo lo opuesto que había demandado Dios, razón por la cual la ira de Dios cayó sobre todo el reino.
En su clamor Asaf, preguntó a Dios: ¿hasta cuándo seguiría enojado con el pueblo?, ¿si el enojo sería para siempre? y ¿Hasta cuándo ardería Su celo como el fuego?. Al igual que Asaf, los seguidores de Cristo cuando cruzan adversidades, en oración preguntan a Dios, ¿Hasta cuándo tendrán que soportar las adversidades? y ¿Cuándo dará respuestas a sus oraciones?. El hombre para nada es paciente, como para aguardar en silencio a que se cumplan los tiempos establecidos por el Señor para cada situación particular del hombre. Siempre anhela saber cuándo el Señor actuará a su favor y dará respuesta a sus demandas. El hombre quiere tener el control de todo, hasta las acciones de Dios.
El juicio de Dios sobre Israel, se debió a la acumulación de los pecados de todas las generaciones pasadas y presentes del pueblo. Por eso en su oración, Asaf además pidió a Dios que no les hiciese responsables por los pecados de rebelión que habían cometido sus antepasados, sino solo de los pecados que había cometido la generación presente del pueblo. De acuerdo con el Antiguo Testamento, a menudo la ira y el juicio de Dios se desencadenaban en naciones enteras debido a que los pecados de las personas estaban en esa nación. Aunque cada hombre es juzgado por su pecado, el reino de Judá debía pasar por una purificación total, ya que casi el cien por ciento de sus habitantes se habían corrompido y habían corrompido la tierra. Solo el juicio total sobre el reino podía purificar la tierra.
Por último, Asaf pidió a Dios que su compasión satisfaga pronto las necesidades de los fieles de Judá, porque estaban al borde de la desesperación. Además, que derramara su ayuda por la gloria de su nombre y perdonara completamente sus pecados por la honra de Su nombre. La liberación de los problemas es misericordia indudable de Dios, más aún cuando se fundamenta en el perdón del pecado; por tanto, la oración para el perdón de pecados debe ser más ferviente que cuando se pida que sean quitadas las aflicciones.
Queridos hermanos, el fiel remanente de Judá, reconoció que el Juicio que recayó sobre el reino, se debió a los pecados de sus antepasados, pero también reconocieron que eran pecadores ante los ojos de Dios y necesitaban de Su perdón para ser merecedores de Sus dádivas, por eso, pidieron la expiación de sus pecados y apelaron a la gloria y honor de Dios mismo. Hermanos, para poder recibir el favor de Dios, primero debemos reconocer que somos pecadores ante Sus ojos y necesitamos de su perdón. Con un corazón libre de culpa, podemos acercarnos delante de Dios y poner nuestras necesidades en sus manos.