PERDÓN NO A REGAÑADIENTES.
16 Simei, hijo de Gera… se apresuró a cruzar junto con los hombres de Judá para darle la bienvenida al rey David. 18 … Cuando el rey estaba a punto de cruzar el río, Simei cayó de rodillas ante él. 19 Mi señor el rey, por favor, perdóneme le rogó. Olvide la terrible cosa que su siervo hizo cuando usted dejó Jerusalén. Que el rey lo borre de su mente. 20 Estoy consciente de cuánto he pecado… 21 Entonces Abisai hijo de Sarvia dijo: ¡Simei debe morir, porque maldijo al rey ungido por el SEÑOR! 22 … exclamó David… ¡Éste no es un día de ejecución, sino de celebración!… 23 Entonces, volviéndose a Simei, David juró: Se te perdonará la vida. NTV.
Tras la muerte de su hijo Absalón, el monarca hebreo había quedado devastado por su pérdida, pero a pesar de su profundo dolor, David no podía extender por más tiempo su duelo, él debía retomar pronto sus funciones reales y empezar a sanar las heridas ocasionadas por la rebelión de su hijo. Además, debía propiciar rápidamente la unificación de todas las tribus de Israel, antes de que algún enemigo de la nación aprovechara esta desunión para atacarlos.
Tras el duelo, David y su ejército, comenzó el viaje de regreso al palacio. Muchas personas de la tribu de Judá, habían ido de Gilgal en Cisjordania, para acompañarlo en su regreso a Jerusalén y ser partícipes de la nueva coronación de David como el único monarca de todas las tribus de Israel. Los israelitas que habían apoyado la rebelión de Absalón y dado la espalda a David, ahora que regresaba triunfante, salieron también para acompañarle en su regreso a Jerusalén. Muchas veces las personas actúan hipócritamente, rápidamente cambian de bandos, vendiendo su lealtad al mejor postor, dependiendo de los beneficios que esperan recibir.
Entre los que habían ido para acompañar el retorno del rey estaba Simei, el hijo de Gira, quien tiempo atrás, lo había maldecido, lanzándole terrones y piedras cuando iba huyendo de Jerusalén. Cuando David se disponía a cruzar el río Jordán, Simei, se acercó a él, se echó a sus pies, le pidió perdón efusivamente por sus acciones pasadas en contra de él y todo su ejército. Reconoció que había cometido un error al maldecir al monarca y estuvo completamente equivocado. Esto lo hizo; pues temía que una vez retome las riendas del reino, David tome represalias en su contra.
Ante el reconocimiento de su error, David mostró misericordia y generosidad con Simei, e impidió que Abisai tome represalias por las acciones injustas que había cometido, y le prometió amnistía, porque ese día, era un día de celebración, no un día de angustia y dolor. La justicia de David estableció una norma para el gobierno que se cumpliría totalmente en el gobierno justo de Cristo en el reino por venir.
Queridos hermanos, David ante el reconocimiento del error de Simei, tuvo un corazón suficientemente grande para perdonar a su agresor. Pues todo lo que le había sucedido a lo largo de su vida lo había hecho humilde hasta el punto en que podía ponerse en el lugar de Simei. Hermanos, para nosotros es muy difícil perdonar a las personas que nos han lastimado, a pesar de que ellas reconocen su error y nos piden perdón, pero a pesar de que sea difícil, tratemos de extender nuestro perdón sincero. Debemos recordar siempre que, al perdonarnos, Dios nos acepta por el amor de Cristo, sin tener en cuenta nuestro pasado, y eso lo deberíamos hacer también con los demás. Cualquier ventaja que se derive de desquitarnos no es nada comparada con el placer que viene de ser capaces de perdonar, no a regañadientes, sino con el gozo de saber que también nosotros hemos sido perdonados en Cristo Jesús Señor nuestro.