JUECES 13

VOTO DE NAZARENATO.

3 … el ángel del SEÑOR se le apareció a la esposa de Manoa y le dijo: Aunque no has podido tener hijos, pronto quedarás embarazada y darás a luz un hijo varón. 4 Así que ten cuidado; no debes beber vino ni ninguna otra bebida alcohólica ni comer ninguno de los alimentos prohibidos. 5 Quedarás embarazada y darás a luz un hijo, a quien jamás se le debe cortar el cabello. Pues él será consagrado a Dios como nazareo desde su nacimiento. Él comenzará a rescatar a Israel de manos de los filisteos. NTV.

Tras la muerte del onceavo juez de Israel, toda la nación nuevamente volvió a sus andanzas. Se apartaron de los caminos del Señor y fueron tras los dioses paganos de las naciones vecinas. Israel ofreció servicio y sacrificio a los dioses paganos, provocando de esa forma la ira de su Creador. Las acciones malvadas de Israel provocaron que Dios abandonara a su pueblo, y los dejara a merced de los filisteos, los cuales oprimieron a los hebreos durante cuarenta años. Dios jamás quiso que su pueblo sufriese en manos de los filisteos, pero Israel debía comprender que sus malas acciones traen consecuencias.

Dios, ante el sufrimiento de su pueblo en manos de los filisteos, levantaría un nuevo juez para liberar a su pueblo. El juez que necesitaba Israel todavía no había nacido, por eso, el mismo Creador lo proveería a través de un nacimiento milagroso. Con este propósito, el ángel del Señor se le apareció a la esposa de Manoa, una mujer que nunca había tenido hijos, pero por el poder del eterno Creador pronto quedaría embarazada de un hijo varón. El ángel del Señor le anunció la buena nueva a la esposa de Manoa, y le dio instrucciones, las cuales debía seguir a lo largo de su embarazo. Además, le dio instrucciones acerca de la crianza de su hijo.

El ángel del Señor ordenó a la esposa de Manoa cuidar su alimentación durante el período de su embarazo. También le dijo que no cortara el pelo de su hijo, ya que seria consagrado al servicio del Señor desde el nacimiento. En todos los meses de embarazo, la esposa de Manoa no debía comer alimentos prohibidos para los israelitas, ni tampoco beber bebidas que contuvieran alcohol o que estuviesen fermentadas. Estas instrucciones fueron hechas ya que el feto que llevaba en su ser iba a ser consagrado al servicio del Señor y no debía tener defectos, ni contaminación alguna.

El hijo de Manoa al nacer debía ser consagrado al servicio del Señor, realizando el voto de nazarenato. De acuerdo a las leyes dadas por el eterno Creador a Moisés, la persona que realizaba este voto: debía apartarse de lo profano, lo impuro, y separarse del resto de las personas para servir a Dios. Cada uno de esos aspectos se evidenciaba por una señal externa. La pureza ritual era obligatoria para el nazareo, por tal razón no debía acercarse a ningún cadáver. Además, debía llevar una dieta libre de alimentos inmundos, ni debía tomar bebidas que contuviesen alcohol o fermento. No tomar vino colocaba al nazareo en una categoría aparte, distinguiéndolo incluso de los sacerdotes y de los levitas.

Queridos hermanos, el hijo de Manoa, fue consagrado al servicio del Señor desde el vientre de su madre, pero para que esa consagración tenga efecto, su hijo debía realizar el voto de nazarenato después de su nacimiento. A través de este voto su hijo quedaría consagrado al servicio de Dios. En la actualidad, para servir al Señor, no se realiza el voto de nazarenato, ya que esta ley del antiguo testamento, fue transformada a través del sacrificio de Cristo Jesús en la cruz del calvario. Desde el momento que la persona acepta a Cristo Jesús como su Señor y Salvador, la persona queda consagrada al Señor y debe apartarse de toda inmundicia y dedicar su vida al servicio de Dios. Hermano, recuerde: cuando usted aceptó a Cristo, usted hizo un compromiso con Él, se comprometió a dejar su vida de pecado y dedicar su vida a su servicio. Si usted todavía no está cumpliendo con su compromiso, no deje pasar más el tiempo, empiece hoy mismo a dedicar su vida al servicio de nuestro amado creador.