DEUTERONOMIO 26
CONVENIOS.
16 Hoy el SEÑOR tu Dios te ordena obedecer todos sus decretos y ordenanzas. Así que asegúrate de obedecerlos de todo corazón. 17 Tú has declarado hoy que el SEÑOR es tu Dios y has prometido andar en sus caminos y obedecer sus decretos, mandatos y ordenanzas, y hacer todo lo que él te diga. 18 El SEÑOR ha declarado hoy que tú eres su pueblo, su tesoro especial, tal como lo prometió, y que debes obedecer todos sus mandatos. 19 Si lo haces, él te pondrá muy por encima de todas las otras naciones que creó… NTV.
A lo largo de su vida, las personas constantemente realizan convenios con otras personas. Realizan convenios laborales, convenios de estudios, convenios de pago y etc. En cada uno de los convenios, las partes intervinientes se ponen de acuerdo sobre los puntos en los cuales van a guiar los convenios antes de comprometerse, pues al momento que ya se comprometen, quieren decir que ambas partes están de acuerdo y que van a respetar y cumplir con el convenio. En el pasado el pueblo hebreo realizó un convenio con el Creador, un convenio de mutuo acuerdo el cual debía ser respetado perennemente.
En el mundo antiguo antes de firmar un convenio, las partes realizaban un pacto solemne de cumplimento mutuo. En estos acuerdos verbales, cada parte del acuerdo pactado exigía a la otra que respete y cumpla los términos del acuerdo que se hizo sin modificaciones y en su totalidad. Dios dio al pueblo hebreo una serie de mandamientos y ordenanzas que el pueblo debía obedecer. Esta obediencia no era una imposición, el pueblo podía decidir si aceptar o no, si aceptaban lo tenían que cumplir de corazón.
Después de que los términos del convenio fueron leídos por Moisés, incluyendo los estatutos o leyes reforzadas por la conciencia. En libertad, el pueblo aceptó este convenio con el Señor, el pueblo unánime declaró atender a las demandas del Creador, prometió andar en sus caminos y obedecer sus decretos, mandatos y ordenanzas, prometieron estar bajo las órdenes de Dios. Ante esta promesa, el Señor acogió a Israel como su pueblo, su tesoro especial. Este reconocimiento no era una sujeción sino un privilegio, el cumplimiento de la promesa hecha a un pueblo santo. La santidad de corazón es más que una obligación; es un honor.
Israel al aceptar los términos de este acuerdo, reconoció que el Señor es su Dios, y prometió obediencia de todo corazón, más un deseo por escuchar la voz de Dios, se convirtió en su pueblo por encima de todas las demás naciones para recibir sus bendiciones y el llamado a testificar de su gloria a todo el mundo. Al igual que en el pasado, en la actualidad Dios quiere hacer un convenio con la humanidad, pero este convenio no tiene las mismas condiciones que el convenio que realizó con el pueblo hebreo. Este convenio es más asequible que el convenio pasado. Dios quiere que el mundo acepte el sacrificio de su hijo amado, quiere que toda la humanidad se convierta en sus hijos, merecedores de toda dádiva que provienen de Él.
Queridos hermanos, en el pasado el pueblo hebreo aceptó firmar el convenio con el Creador, pero no pudieron cumplirlo a cabalidad. Los cristianos cuando aceptan a Cristo Jesús en su corazón, firman un convenio con Dios, prometen andar en sus caminos y obedecer a su bendita palabra. Hermanos, debemos tener presente que nosotros libre y voluntariamente aceptamos a Jesucristo, por eso, debemos empezar a cumplir con nuestra promesa, debemos empezar a vivir en conformidad a su palabra, honrando y glorificándolo a Él con nuestras vidas.
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