EL PODER DEL ETERNO.
21 Pero tan cierto como que yo vivo y tan cierto como que la tierra está llena de la gloria del SEÑOR, 22 … Todos vieron mi gloriosa presencia y las señales milagrosas que realicé, tanto en Egipto como en el desierto, pero vez tras vez me han probado, rehusando escuchar mi voz. 29 ¡Todos caerán muertos en este desierto! Ya que se quejaron en contra de mí, cada uno de los registrados que tiene veinte años o más, morirá. 30 No entrarán a ocupar la tierra que yo juré darles, excepto Caleb, hijo de Jefone, y Josué, hijo de Nun. NTV.
Dios, había prometido que los descendientes de Abraham, iban a ser herederos de una gran nación, con esta promesa en mente, el Creador liberó a su pueblo de la esclavitud en mano de los egipcios y los iba dirigiendo a las tierras que les había prometido. En el trayecto del viaje, el pueblo hebreo había visto el poder y gloria de Dios. Después de varios meses de recorrido, el pueblo hebreo estaba por llegar a las tierras de su herencia. Doce israelitas, tuvieron el privilegio de pisar las tierras que Dios tenía preparado para todo el pueblo hebreo, pero al saber que esas tierras estaban fortificadas y ocupados por habitantes robustos, tuvieron miedo de proseguir en su camino a la tierra que fluía leche y miel.
El miedo y la duda se apoderaron de gran parte del pueblo hebreo, empezaron a reprochar a Dios, se olvidaron de todas las hazañas realizadas por el Creador en favor de su pueblo. Esta actitud del pueblo, colmó la paciencia del Señor, y determinó su santo juicio en contra de Israel. La misma actitud del pueblo hebreo, se puede observar en los incrédulos pues ellos rechazan las pruebas de la bondad y la misericordia de Dios, y repudian las advertencias y las amonestaciones de los siervos del Señor. Sin embargo, Dios no puede ser burlado. Dios no cambiará su plan, solo porque la humanidad muestre incredulidad a cada una de sus advertencias descritas en su palabra, tarde o temprano, sus juicios caerán sobre el mundo con demostraciones impresionantes de su poder.
Dios determinó la muerte como castigo para el pueblo incrédulo, todo israelita mayor de veinte años moriría sin heredar la tierra prometida. El juicio decretado por el Creador era justo, ya que el pueblo hebreo tenía una visión más clara de Dios que cualquier otro pueblo antes de él, ellos tenían tanto sus leyes como su presencia física. Su negativa a seguir a Dios después de haber presenciado sus hechos milagrosos y haber escuchado su palabra, sin duda justifica el castigo severo decretado por el Creador. Toda oportunidad mayor, acarrea una responsabilidad mayor. Jesús dijo: «A todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá» (Lucas 12:48).
Queridos hermanos. El pueblo hebreo a pesar de tener al único Dios verdadero en medio de ellos, nunca confiaron totalmente en su poder, y constantemente buscaban motivos para reprocharle. Las quejas constantes colmaron su paciencia y decretó su juicio en contra de ellos. Dios privó a toda la generación mayor de veinte años la posibilidad de heredar la tierra prometida a sus antepasados. Algo similar sucede con algunos cristianos en la actualidad, pues a pesar de conocer los prodigios realizados por Jesucristo en el pasado, dudan de su poder presente para cumplir con cada una de sus promesas. Hermanos, nunca debemos dudar en el poder de nuestro amado Señor para cumplir sus promesas en nuestras vidas. El poder de Dios nunca cambia, su poder fue, es y será igual por toda la eternidad.