COMPARTIR LAS CARGAS.
10 … Moisés escuchó los lloriqueos de las familias a la entrada de sus carpas y el SEÑOR se enfureció. Moisés también estaba muy molesto, 11 y le dijo al SEÑOR… ¡Ten misericordia de mí! ¿Qué hice para merecer la carga de todo este pueblo? 14 ¡Solo no puedo soportar a todo este pueblo! ¡La carga es demasiado pesada! 16 … el SEÑOR le dijo a Moisés: Reúne delante de mí a setenta hombres que sean reconocidos como ancianos … Llévalos al tabernáculo para que permanezcan junto a ti. 25 … Entonces les dio a los setenta ancianos del mismo Espíritu que estaba sobre Moisés… NTV.
Moisés, durante el tiempo que el pueblo hebreo vagó por el desierto, tuvo que lidiar con un sinfín de adversidades, pero la mayor de las adversidades con las que tuvo que lidiar, fue con sus compatriotas. El pueblo hebreo, desde el momento que salió de las tierras de Egipto, mostró ser un pueblo rebelde, un pueblo que le costaba someterse a la autoridad de su Creador. Por ese corazón rebelde, ocasionaron un sinfín de disgustos a Moisés. Muchas veces, estos disgustos llevaban a reflexionar a Moisés de no estar más bajo la dirección de su pueblo, y dejarlos en las manos del Creador.
A pesar de las constantes quejas de los hebreos, Moisés seguía adelante dirigiéndolos con la fortaleza que el Señor derramaba sobre él. Las quejas más frecuentes de los israelitas eran por la escasez de alimentos y el agua para beber. Ante estas quejas, el Señor les proveyó de alimento y agua. En la travesía de Israel por el desierto, Dios les alimentó con maná, el pan del cielo, pero a pesar de los alimentos provistos por el Creador, el pueblo siguió quejándose y empezaron a lloriquear a las afueras de sus carpas.
Estos quejidos se extendieron por todo el campamento, y Moisés podía escuchar al pueblo sentado en frente de sus tiendas llorando. Ante estos nuevos sucesos, Moisés se enfureció por la ingratitud de su pueblo, se enfureció por las constantes quejas de su pueblo a pesar de las provisiones de Dios. Moisés con un profundo pesar, reprochó por la rebeldía de su pueblo a su Creador. Reprochó porque ya no le quedaban fuerzas para seguir aguantando los quejidos constantes de su pueblo. Los reproches de Moisés fueron de un hombre desesperado que no sabía qué más hacer con su pueblo, estas palabras también fueron una oración de liberación a su frustración.
Estar al frente de un pueblo rebelde no era una tarea fácil, Moisés así lo sintió y pidió a Dios misericordia, pues la carga era demasiada solo para un hombre. El estar al frente de una congregación es una tarea desgastante, más aún cuando la congregación se porta rebelde como el pueblo hebreo. En estas situaciones, muchas veces los pastores y líderes, sienten frustraciones similares a las que sintió Moisés con su pueblo, una frustración de no seguir más al frente de la congregación. Las frustraciones son más cuando los pastores no tienen a colaboradores que les ayuden a sobrellevar las cargas. Cuando eso sucede es importante que los pastores, clamen por misericordia a Dios, para que el Señor envíe a obreros que le ayuden a sobrellevar las cargas del ministerio.
Dios respondió a las oraciones de Moisés, le ordenó, reunir a setenta hombres sabios de entre todo el pueblo hebreo, para derramar su Espíritu en esos hombres y así compartieran las cargas de dirigir al pueblo hebreo. Sin duda, las cargas compartidas serán siempre mas llevaderas y mucho más, si las cargas son compartidas con muchos obreros que amen servir a Dios. Pero esos obreros deben ser obreros de buen testimonio y aprobados por el eterno Creador.
Queridos hermanos, Moisés tras su oración a Dios, obtuvo la ayuda necesaria y sintió de inmediato el alivio. Ese mismo alivio Dios puede dar a todos sus siervos cuando se sientan agobiados y frustrados en sus ministerios. Hermano, si usted está solo al frente de una congregación y siente que la carga es demasiada pesada, ore a Dios, para que Él envíe a esos siervos que le ayuden a sobrellevar esa carga. Y así podrá proseguir adelante en el ministerio que Dios le encomendó.