LEVÍTICO 16
DÍA ESPECIAL.
29 En el décimo día del mes señalado a comienzos del otoño, deben negarse a sí mismos. Ni los israelitas de nacimiento ni los extranjeros que vivan entre ustedes harán ninguna clase de trabajo. Esta es una ley perpetua para ustedes. 30 En ese día, se presentarán ofrendas de purificación por ustedes, y serán purificados de todos sus pecados en la presencia del SEÑOR. NTV.
A lo largo del año, los países del mundo tienen días festivos especiales. En esos días se suspenden la mayor parte de las actividades como los estudios y los trabajos. Las personas aprovechan esos días de descanso para realizar actividades que no han logrado realizar por sus cuestiones laborales. Muchas personas esperan esos días para descansar y recargar energías para sus labores futuras. La nación hebrea tenía un día especial decretado por el Creador, día en el cual sus pecados serian expiados y declarados justos ante su presencia.
En la antigüedad, el eterno Creador estableció un día especial en el cual el pueblo hebreo tenía que cesar todas sus actividades cotidianas, en este día el pueblo tenía que negarse a sí mismo y dedicarlo al Señor. El día especial que estableció el Creador fue el día de la expiación. En este día, el pueblo hebreo debía confesar sus pecados como nación y el sumo sacerdote era el encargado de entrar al Lugar Santísimo para realizar la ceremonia expiatoria por toda la nación. En esta ceremonia se debía realizar los sacrificios y el derramamiento de la sangre para que de esta forma pudieran ser cubiertos los pecados del pueblo.
Para el pueblo hebreo, el Día de la Expiación era el día más grande del año. Pues sus faltas y pecados serían cubiertos a través de la ceremonia expiatoria. Los servicios del sumo sacerdote en este día no solamente eran por si mismo y por los otros sacerdotes o levitas, esta ceremonia expiatoria era por la nación en su totalidad. Por eso, todos debían mostrar la autenticidad de su arrepentimiento por medio del ayuno, la oración, la meditación y el no trabajar ese día especial.
Los sacrificios del Antiguo Testamento, realmente no podían quitar los pecados de las personas, sólo los cubrían temporalmente, hasta que se dé el sacrificio perfecto, el sacrificio que borraría por completo los pecados. Este sacrificio perfecto, se cumplió cuando Cristo Jesús se sacrificó en la cruz del calvario, dando de esa forma a toda persona la oportunidad de librarse para siempre del pecado en su vida.
Los sacerdotes entraban regularmente en el cuarto exterior del Tabernáculo para llevar a cabo su ministerio sacerdotal, pero en el lugar santísimo entraba solo el sumo sacerdote una vez al año, llevando la sangre que ofrecía por sí mismo y por los pecados del pueblo hebreo. Cristo no entró en el lugar santísimo mediante la sangre de machos cabríos ni de becerros, sino que entró una sola vez por todas mediante su propia sangre. Cristo no entró en un santuario hecho por manos de hombres, sino que entró al cielo para estar en la presencia de Dios por nosotros.
Queridos amigos, en el momento de la muerte de Cristo Jesús, el velo del templo que separaba el lugar santo del lugar santísimo se rasgó en dos, indicando así que mediante el sacrificio de Cristo todos los creyentes tienen el derecho de entrar en la misma presencia de Dios en cualquier momento. Amigo, si usted quiere tener esa libertad para entrar al lugar santísimo, al lugar de la morada del eterno Creador, usted tiene que aceptar al que hizo posible esa entrada. Cristo Jesús a través de su muerte, expió sus pecados para que usted pueda entrar a la presencia de Dios. Hoy es el día especial para que se libere de todos sus pecados, es su día de la expiación. Acepte a Cristo Jesús en su corazón, y Él expiará sus pecados para que pueda entrar a la presencia del eterno Creador.
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