Jesus Is Life

𝙇𝙀𝙑Í𝙏𝙄𝘾𝙊 1

𝙋𝙐𝙍𝙀𝙕𝘼 𝘾𝙊𝙍𝙋𝙊𝙍𝘼𝙇.
2 … 𝙡𝙤𝙨 𝙦𝙪𝙚 𝙝𝙖𝙣 𝙨𝙞𝙙𝙤 𝙨𝙖𝙣𝙖𝙙𝙤𝙨 𝙙𝙚𝙗𝙚𝙣 𝙨𝙚𝙧 𝙡𝙡𝙚𝙫𝙖𝙙𝙤𝙨 𝙖𝙡 𝙨𝙖𝙘𝙚𝙧𝙙𝙤𝙩𝙚, 3 𝙦𝙪𝙞𝙚𝙣 𝙡𝙤𝙨 𝙚𝙭𝙖𝙢𝙞𝙣𝙖𝙧á 𝙚𝙣 𝙪𝙣 𝙡𝙪𝙜𝙖𝙧 𝙛𝙪𝙚𝙧𝙖 𝙙𝙚𝙡 𝙘𝙖𝙢𝙥𝙖𝙢𝙚𝙣𝙩𝙤. 𝙎𝙞 𝙚𝙡 𝙨𝙖𝙘𝙚𝙧𝙙𝙤𝙩𝙚 𝙘𝙤𝙢𝙥𝙧𝙪𝙚𝙗𝙖 𝙦𝙪𝙚 𝙖𝙡𝙜𝙪𝙞𝙚𝙣 𝙝𝙖 𝙨𝙖𝙣𝙖𝙙𝙤 𝙙𝙚 𝙪𝙣𝙖 𝙚𝙣𝙛𝙚𝙧𝙢𝙚𝙙𝙖𝙙 𝙜𝙧𝙖𝙫𝙚 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙥𝙞𝙚𝙡, 4 𝙡𝙡𝙚𝙫𝙖𝙧á 𝙖 𝙘𝙖𝙗𝙤 𝙪𝙣𝙖 𝙘𝙚𝙧𝙚𝙢𝙤𝙣𝙞𝙖 𝙙𝙚 𝙥𝙪𝙧𝙞𝙛𝙞𝙘𝙖𝙘𝙞ó𝙣, 8 … 𝙖𝙦𝙪𝙚𝙡𝙡𝙤𝙨 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨𝙩á𝙣 𝙨𝙞𝙚𝙣𝙙𝙤 𝙥𝙪𝙧𝙞𝙛𝙞𝙘𝙖𝙙𝙤𝙨 𝙙𝙚𝙗𝙚𝙧á𝙣 𝙡𝙖𝙫𝙖𝙧 𝙨𝙪 𝙧𝙤𝙥𝙖, 𝙧𝙖𝙨𝙪𝙧𝙖𝙧𝙨𝙚 𝙩𝙤𝙙𝙤 𝙚𝙡 𝙘𝙪𝙚𝙧𝙥𝙤 𝙮 𝙗𝙖ñ𝙖𝙧𝙨𝙚 𝙘𝙤𝙣 𝙖𝙜𝙪𝙖; 𝙖𝙨í 𝙦𝙪𝙚𝙙𝙖𝙧á𝙣 𝙘𝙚𝙧𝙚𝙢𝙤𝙣𝙞𝙖𝙡𝙢𝙚𝙣𝙩𝙚 𝙥𝙪𝙧𝙤𝙨 𝙮 𝙥𝙤𝙙𝙧á𝙣 𝙧𝙚𝙜𝙧𝙚𝙨𝙖𝙧 𝙖𝙡 𝙘𝙖𝙢𝙥𝙖𝙢𝙚𝙣𝙩𝙤. 𝙎𝙞𝙣 𝙚𝙢𝙗𝙖𝙧𝙜𝙤, 𝙩𝙚𝙣𝙙𝙧á𝙣 𝙦𝙪𝙚 𝙥𝙚𝙧𝙢𝙖𝙣𝙚𝙘𝙚𝙧 𝙛𝙪𝙚𝙧𝙖 𝙙𝙚 𝙨𝙪 𝙘𝙖𝙧𝙥𝙖 𝙙𝙪𝙧𝙖𝙣𝙩𝙚 𝙨𝙞𝙚𝙩𝙚 𝙙í𝙖𝙨. 9 𝘼𝙡 𝙨é𝙥𝙩𝙞𝙢𝙤 𝙙í𝙖.. 19 … 𝙚𝙡 𝙨𝙖𝙘𝙚𝙧𝙙𝙤𝙩𝙚 𝙙𝙚𝙗𝙚𝙧á 𝙥𝙧𝙚𝙨𝙚𝙣𝙩𝙖𝙧 𝙡𝙖 𝙤𝙛𝙧𝙚𝙣𝙙𝙖… 20 … 𝙨𝙤𝙗𝙧𝙚 𝙚𝙡 𝙖𝙡𝙩𝙖𝙧 𝙟𝙪𝙣𝙩𝙤 𝙘𝙤𝙣 𝙡𝙖 𝙤𝙛𝙧𝙚𝙣𝙙𝙖 𝙙𝙚 𝙜𝙧𝙖𝙣𝙤…
La mayoría de las personas que son hospitalizadas por alguna enfermedad, sin duda esperan impacientemente el alta médica para poder retornar a sus hogares con sus familiares. El médico antes de darles el alta, tiene que realizar los exámenes pertinentes para saber si la enfermedad que padecía el paciente ha cedido a los tratamientos realizados. Una vez con los resultados de los exámenes, el médico realiza nuevamente el diagnóstico y la valoración al paciente, para que no tenga complicaciones después de la alta médica. Tras el alta, los pacientes pueden retornar a sus hogares y completar ahí los tratamientos si es que todavía lo requieren.
En la época del antiguo testamento, las personas que padecían enfermedades graves de la piel, eran excluidos de la comunidad y aislados fuera del campamento, para que no contagien al resto del pueblo. Las personas aisladas, esperaban impacientemente que sus heridas sanen pronto, para poder retornar al campamento con sus familiares. Una vez que la enfermedad cedía, las personas tenían que ser diagnosticadas antes de poder volver al campamento, este diagnóstico lo realizaban los sacerdotes, ya que en ese entonces no existían los médicos como en la actualidad.
En el diagnóstico, el sacerdote comprobaba si la persona tenía en su cuerpo algún rastro de la enfermedad, si no encontraba rastros de la enfermedad, el sacerdote procedía con el ritual de la purificación. Estos ritos eran largos y complicados, se realizaban fuera del campamento. Una vez que el sacerdote terminaba con el ritual de la purificación, la persona tenía que lavar su ropa, bañarse y rasurarse todo el cuerpo, una vez hecho esto, la persona era declarada ceremonialmente pura y estaba en condiciones de retornar al campamento.
A pesar de que la persona era declarada ceremonialmente puro, todavía no podía regresar a su carpa, tenía que quedarse fuera de ella durante siete días. En el séptimo día, la persona tenía que afeitarse de nuevo todo el cuerpo, bañarse y lavar sus ropas. El lavamiento y la afeitada, simbolizaban la purificación de la contaminación que causó la enfermedad de la piel. Los siete días adicionales fuera de su carpa, servían como salvaguardia para estar seguros de que la enfermedad de la piel no volvería a aparecer.
En el octavo día, la persona sanada de su enfermedad, tenía que llevar ofrendas al sacerdote para que las ofrezca como sacrificio al Creador. El holocausto expresaba su total dedicación al Señor. La ofrenda de grano era también un acto de consagración que mostraba gratitud por la liberación física de la enfermedad. La expiación tenía el propósito de restablecer la relación entre la persona y Dios. Tras estos rituales finales, la persona era declarada ceremonialmente pura y podía regresar a su carpa con sus familiares y ser parte activa nuevamente de todas las actividades de la comunidad.
Queridos hermanos, tras esta ordenanza dada por el Creador al pueblo hebreo, podemos entender la importancia de la pureza corporal que debían tener los que habitaban en la comunidad hebrea. En la actualidad para el Creador, sigue siendo importante la pureza corporal de sus seguidores, pues a través de su palabra, nos ha dejado una serie de instrucciones para que mantengamos esa pureza que Él demanda. Hermanos, Jesucristo a través de su sacrificio en la cruz del calvario, limpió toda inmundicia de nuestro cuerpo. En virtud al sacrificio de nuestro amado Señor, ya no contaminemos nuestro cuerpo, mantengámonos limpios y puros, resistiendo todas las trampas que pueda enviar satanás para destruir el templo del Espíritu Santo.
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