LEVÍTICO 13

EL AISLAMIENTO.

9 Cualquiera que contrae una enfermedad grave de la piel deberá acudir al sacerdote para ser examinado. 11 es una enfermedad crónica de la piel y el sacerdote deberá declarar a la persona ceremonialmente impura… 45 Los que sufran de una enfermedad grave de la piel deberán rasgar su ropa y dejar su cabello sin peinar. Tienen que cubrirse la boca y gritar: “¡Impuro! ¡Impuro!”. 46 Permanecerán ceremonialmente impuros todo el tiempo que les dure esa enfermedad grave, y deberán vivir aislados en un lugar fuera del campamento. NTV.

En los tiempos del antiguo testamento, a varias de las enfermedades de la piel se le llamaba lepra y era temida en gran manera por los habitantes del mundo antiguo. Algunas de estas enfermedades, a diferencia de la enfermedad que hoy en día se la conoce como lepra o enfermedad de Hansen, eran sumamente contagiosas. Estas enfermedades destruían el cuerpo lentamente y, en la mayoría de los casos, eran fatales. Las personas que eran diagnosticados como portadores de estas enfermedades eran separados de su familia, amigos y de toda la sociedad.

Los leprosos eran confinados a lugares alejados del campamento, debían rasgar sus vestidos, descubrirse la cabeza, y andar embozado. Estas señales eran demostraciones de lamento a causa de la enfermedad. Aislado del compañerismo con su pueblo debía alertar de su inmundicia a todo el que se le aproximara. No sólo estaba muerto socialmente, sino que era un portador de contagio que produciría la misma “muerte” en aquellos que todavía estaban socialmente vivos.

En la época de Moisés todavía no existían los médicos para diagnosticar las diferentes enfermedades que pudieran aquejar al pueblo hebreo. Por esta inexistencia de médicos, el Creador designó a los sacerdotes para que cumplieran con este rol, derramando su sabiduría sobre ellos. Toda persona que padecía una enfermedad grave de la piel, debía acudir a los sacerdotes para que ellos diagnostiquen su enfermedad. Los sacerdotes como responsables de velar por la salud de todo el campamento, después de realizar un correcto diagnóstico de las enfermedades, era su deber expulsar a la persona que era diagnosticada con la enfermedad de la lepra, luego de haberla declarado como persona impura.

Para los israelitas ser diagnosticados de impureza por la presencia de lepra en su cuerpo, podía ser tanto como una sentencia de muerte, así como el diagnóstico de un tumor maligno avanzado lo puede ser para un paciente moderno. Para los hebreos vivir en sociedad significaba ser miembro del pueblo de Dios. Por lo tanto, vivir fuera del campamento era una condición muy penosa; significaba ser cortado de las bendiciones del pacto. Cualquiera podía contraer en cualquier momento una enfermedad de la piel que lo podría hacer impuro, y lo obligaría por el resto de su vida a separarse de su familia y de sus amigos. Sin embargo, no se podía permitir que el sufrimiento y el dolor de un individuo amenazaran el bienestar de la nación entera.

Queridos amigos, por la gravedad que era considerada la lepra en el mundo antiguo, el Creador a través de esta nueva ordenanza, quería velar por la salud de todo el pueblo, quería reducir al mínimo el número de contagios, razón por la cual ordenó a los sacerdotes aislar a los enfermos fuera del campamento y así salvaguardar la salud del resto de la población hebrea. En la actualidad existe una situación que es tan cruel como la lepra, la cual aisla a las personas del reino de Dios, esta situación si no es tratada, terminará por conducir a las personas a la condenación eterna, esta cruel situación que aisla a las personas del reino de Dios es el pecado. Amigo, si todavía está viviendo aislado del reno de Dios, este es el momento preciso para cambiar esa situación. Dios quiere liberarlo de ese aislamiento, quiere darle la oportunidad para que ingrese a su reino. Si usted desea aprovechar esta oportunidad, acepte hoy mismo a su hijo amado Jesucristo, y Él romperá todo lo que le aisla del reino celestial.