ÉXODO 36.
APORTAR PARA LA OBRA.
3 Moisés les entregó los materiales que el pueblo de Israel había donado como ofrendas sagradas para completar la construcción del santuario. Sin embargo, el pueblo seguía entregando ofrendas adicionales cada mañana. 4 … los artesanos … 5 fueron a ver a Moisés y le informaron: ¡La gente ha dado más de lo necesario para terminar la obra que el SEÑOR nos ha ordenado hacer! 6 Entonces Moisés dio una orden… por todo el campamento: Hombres y mujeres: no preparen más ofrendas para el santuario. ¡Ya tenemos lo suficiente! Por lo tanto, la gente dejó de llevar sus ofrendas sagradas. NTV.
En la sociedad actual, no es muy común encontrarse con un grupo de personas generosas, menos aún, con un pueblo completo que practique la generosidad como su norma de vida. Un pueblo desprendido, dispuesto a entregar sus bienes en favor de un propósito común. Al pueblo de Israel, el eterno Creador les había dado un propósito común, en el cual debían trabajar humanamente, entregando todo de si para culminar con el encargo del encomendado. El pueblo escuchó las órdenes dadas, se unieron en un mismo sentir al cumplimiento de ese propósito, y con un corazón generoso, todo el pueblo aportó para que concluyera la encomienda del Creador.
El Creador a través de su siervo Moisés, ordenó a su pueblo, construir un santuario sagrado con todos los utensilios para los ritos ceremoniales al igual que las vestimentas sacerdotales. Moisés informó a su pueblo las órdenes del Creador y llamó a todo el pueblo a contribuir generosamente con los materiales necesarios para esta obra. Los hebreos respondieron al llamado de Moisés, todos se presentaron ante él con sus ofrendas para la obra. Todos querían aportar con su granito de arena para que las órdenes del Creador se hagan realidad.
Moisés después de recolectar las ofrendas generosas del pueblo, entregó los materiales a los maestros Bezaleel, a Aholiab que Dios había escogido para que construyan el tabernáculo y los utensilios ceremoniales, al igual para la elaboración de las vestimentas sacerdotales. Una vez iniciada la obra, cada mañana los israelitas seguían ofrendando generosamente los materiales necesarios para la conclusión de la obra. Las ofrendas del pueblo, sobrepasó en gran manera a los requerimientos de los materiales por parte de los maestros constructores y artesanos para concluir con la obra.
Los hebreos estaban entusiasmados con la construcción del tabernáculo y los utensilios ceremoniales, al igual que con la elaboración de las vestimentas sacerdotales. Por ese entusiasmo, ellos seguían aportando más y más materiales solicitados por Moisés al principio de la obra. Ellos sin duda, querían participar activamente de la obra del Señor, y no escatimaron en guardarse algo para sí mismos. Esta entrega generosa, sobrepasó a los materiales requeridos, tanto así que los maestros artesanos interrumpieron sus trabajos, y se presentaron ante Moisés para que diga al pueblo que pare de entregar las ofrendas para la obra. Las personas cuando están motivadas, no miden sus impulsos, siguen adelante hasta que algo o alguien les frenen. La generosidad de Israel no era mala, pero tenía que medir esa generosidad para los requerimientos futuros de la nación. Para la presente obra, las ofrendas entregadas por el pueblo al principio, posiblemente eran más que suficiente, pues ellos habían dado con un corazón sincero y de gratitud al Señor. La ofrenda de corazón Dios la multiplicó y hace que sobre abunde, ya no se requerían más materiales, los constructores y artesanos pidieron a Moisés que pida a los israelitas cesar con la entrega de más material para la obra.
Queridos hermanos, es asombroso ver la generosidad del pueblo hebreo, ver como todo el pueblo unánime quería participar de la obra de Dios, ellos dieron hasta que Moisés tuvo que pedirles que dejen de entregar más ofrendas. Este desprendimiento de generosidad, es digno de imitarse en las comunidades cristianas de la actualidad para el crecimiento de la obra de Dios. Pero la realidad es muy diferente, ya que, en la actualidad, muchas congregaciones desaparecen por la falta de compromiso de sus miembros a la hora de aportar para la obra del Señor. Muchos cristianos no tienen un corazón generoso, un corazón entusiasta con las cosas del reino, con las cosas eternas. Hermanos, tengamos un corazón generoso al igual que el pueblo hebreo, aportemos para la obra del Señor y el crecimiento de su iglesia. No importa si nuestra ofrenda es grande o pequeña, lo que importa es que lo entreguemos con un corazón generoso y lleno de gratitud a nuestro amado Señor.
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